El anticipador—morley roberts

El Anticipador (The Anticipator) es un relato fantástico del escritor inglés Morley Roberts. Fue publicado en 1892, dentro de una gran antología de cuentos breves llamada The Keeper of the Waters.

El Anticipador es un relato que poco tiene en común con sus congéneres barrocos de la época. Es un cuento duro, áspero, con una economía narrativa diabólica por su precisión. Estas características, inevitables si tenemos en cuenta la trama de la historia, se funden genialmente en la descripción mórbida de los estados animicos, y alucinatorios, de su protagonista.

El relato nos narra la evolución de la locura en un modesto escritor. Todos sus relatos, apenas digeridos por su mente y dispuestos a plasmarse en el papel, resultan ser ya publicados por un némesis telepático; un autor que parece saquear los cuentos de su mente. Así, nuestro protagonista cae en las garras de la morfina; continúa escribiendo, febril y perturbado; y sus obras siguen, una y otra vez, siendo raptadas por aquella mente voraz y anticipatoria.

Lentamente, casi con discreción, comienza a urdir un plan que finalmente lo liberará del otro, de aquel ente larvático y parasitario. Los detalles se revisan con precisión, todas las alternativas son estudiadas. Sólo queda el acto, la aniquilación de su adversario; y la revelación final del Anticipador.

El Anticipador.
The Anticipator
; Morley Roberts (1857-1942)
-Admitiré que no se trata de un plagio -dijo ferozmente Carter Esplan-; será el destino, el demonio, pero ¿es menos irritante por eso? ¡No, no!

Se pasó la mano por el cabello hasta erizarlo. Lo agitaba una febril excitación; una mancha roja ardía en sus mejillas; se mordía el labio tembloroso.

-¡Maldito Burford, sus padres y sus ascendientes! Las herramientas, para quien sabe manejarlas -añadió, después de una pausa durante la cual su amigo Vincent lo estudió con curiosidad.
-La culpa es tuya, mi querido salvaje -dijo Vincent-. Eres demasiado indolente. Recuerda, además, que esas ideas están en el aire. La originalidad no es más que el arte de atrapar tempranas larvas. ¿Por qué no escribes las cosas apenas las inventas?
-Hablas como un burgués, como un viajante de comercio -repuso Esplan, disgustado-. ¿Por qué un manzano no? ¿A qué esperar el estío y las influencias del viento y el cielo? ¿Por qué no salen polluelos de huevos recién puestos? ¿Acaso el parto sigue inmediatamente a la concepción? ¿Y no sufrió dolores la montaña para dar a luz un ratón? ¿Y por ventura…
-…y por ventura, no exigirán tus obras de genio una parte de la eternidad a que están destinadas?…

 
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